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Lado B de la venta de dólares del Tesoro: salen pesos de circulación y bancos sufren la iliquidez

La contracara de la corrida cambiaria de estos días es, naturalmente, la salida de pesos de la economía. Dicho en otras palabras, un agravamiento en la falta de liquidez, lo cual prolonga el enfriamiento del crédito bancario.

Sólo por las ventas que realizó el Tesoro, se absorbieron unos $2 billones, aunque no fue la única vía por la cual se sacaron pesos de circulación: también hubo ventas de bonos “dólar linked” que estaban en la cartera del Banco Central, lo cual implica que los inversores que tomaron esa cobertura se desprendieron de unos $2,4 billones.

¿Es bueno o malo que, en un momento de corrida al dólar -o sea, de caída en la demanda de pesos- el gobierno esté absorbiendo liquidez? Desde el punto de vista oficial, es algo positivo, porque, al decir de Federico Furiase al justificar la venta de reservas por parte del BCRA, “es algo que te saca todos los pesos de la cancha”-.

En el programa económico del gobierno, se considera que esa “ancla monetaria” es lo que garantiza que no haya presión inflacionaria y que, además, se estabilice también el tipo de cambio. La explicación es que los pesos que “compra” el BCRA se eliminan, mientras que los que “compra” el Tesoro van a reforzar el colchón de pesos que se formó por el superávit fiscal.

Sin embargo, en el sistema financiero no hay consenso con esa visión. Por el contrario, lo que se percibe es que no sólo no se detendrá la corrida cambiaria, sino que, además, se volverá a distorsionar el mercado de tasas de interés.

Ya este martes, se confirmó lo que se venía insinuando: una abrupta suba de las tasas para las operaciones donde se transa liquidez de cortísimo plazo. La “caución” llegó al 38% después de haber cerrado la semana pasada en 21%. Y la operatoria “repo” entre bancos tuvo un costo más alto aun, de 55%.

Problemas de liquidez

En las mesas de dinero de los bancos se sigue un dato que muestra con elocuencia la falta de liquidez: el stock de dinero que mantiene el BCRA para tomar liquidez excedente del sistema se desplomó un 70% en dos semanas.

Hablando en plata, había $5,6 billones a fines de septiembre, que lubricaban el manejo de caja desde que se desarmó el sistema de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI). En las operaciones conocidas en la jerga financiera como “tasas simultáneas”, el Central está pagando 25% por el dinero de los bancos. Esa tasa había caído 10 puntos, en lo que se interpretó como un intento de Santiago Bausili por normalizar al mercado tras los picos de tasa que se produjeron a partir de agosto.

Lo que refleja la falta de liquidez es el hecho de que, de aquella masa de $5,6 billones, ahora hay $1,7 billón: una caída del 70% que refleja la dificultad creciente de los bancos para manejar su operatoria cotidiana.

Mientras tanto, el BCRA continúa con su “torniquete”, que se expresa en un nivel de encajes obligatorios equivalente al 53% de los depósitos, y el conteo de esa suma sigue contabilizándose a diario. Los ejecutivos bancarios siguen irritados con esa regulación, a la que ven como principal responsable de la restricción de créditos para la producción y el consumo.

“Solo alguien que desconozca mucho cómo funciona el sistema puede permanecer con eso. Solo garantiza que no se darán préstamos”, se queja un ejecutivo de uno de los bancos más grandes de capital privado.

Lo cierto es que, con ese marco de crédito caro y aumento en la demanda de dólares por parte del público, los bancos han preferido no buscar liquidez por la vía de la captación de depósitos. Es por eso que se produjo un recorte en las tasas para las colocaciones a plazo fijo.

De momento, no ha habido señales de una “fuga” de los ahorristas, ni en las cuentas de pesos ni en las de dólares- pero los banqueros hablan de un incremento muy fuerte en la demanda minorista de divisas.

Para ponerlo en números, hubo jornadas en las que el sistema bancario tuvo que vender u$s400 millones. Para tener una dimensión de lo que significa esa demanda, es más del doble de lo que se registró en julio, el pico de dolarización de este año, cuando por el “efecto aguinaldo” y las vacaciones de invierno se llegó a una demanda de u$s5.432 millones.

Es también, una cifra alta si se la compara contra el peor momento del gobierno peronista, que durante la corrida de octubre 2020 soportó una salida de u$s500 millones semanales, lo que llevó a Alberto Fernández a cerrar la ventanilla que permitía a los ahorristas comprar a la cotización oficial u$s200 mensuales por persona.

El miedo al “overshooting”

Esa situación aparentemente contradictoria, en la que el gobierno celebra la absorción de una gran cantidad de pesos, pero el tipo de cambio no deja de subir, los ahorristas no dejan de comprar dólares y los bancos se quejan de la falta de liquidez, obedece a una razón simple: hay una expectativa generalizada por una devaluación.

Y la velocidad a la que está vendiendo dólares Toto Caputo hace pensar que ni siquiera se tratará de una corrección posterior al domingo 26, día de las elecciones legislativas, sino que ocurrirá en el cortísimo plazo.

El Tesoro ya vendió más de tres cuartas partes de los dólares que había comprado durante el “tax holiday” de los productores sojeros, lo cual exacerba la ansiedad de un mercado que calcula que en cuestión de días se terminará la capacidad de intervención oficial.

De hecho, la estimación de los analistas es que el poder de fuego del Tesoro está en el entorno de u$s700, lo cual implica la inminencia de que se vuelva a la situación de fines de septiembre, cuando el tipo de cambio llegó a tocar el techo de la banda, lo cual obligó al Banco Central a cumplir su compromiso de vender todos los dólares que demandara el mercado -y así se desprendió de u$s1.100 millones en tres días-.

Mientras en el mercado esta situación genera la expectativa de anuncios oficiales, los economistas siguen debatiendo si existe un riesgo de “overshooting” en el que el dólar se dispare en medio de un clima de pánico, o si está cerca de su precio de equilibrio.

¿Con qué pesos?

Hay cierto consenso respecto de que el atraso cambiario no es tan grave: después de todo, la cotización de la cobertura de noviembre en el mercado del dólar futuro es de $1.549, lo que implica un 8% por encima del actual tipo de cambio “topeado”.

Pero claro, también influye la incertidumbre política, y eso es lo que lleva a la mayoría de los bancos a promover un sistema de “flotación sucia” en la que el Central se reserve el derecho de intervenir ante situaciones de demanda anormal.

Los economistas más críticos del gobierno suelen marcar que un error del equipo de Toto Caputo es haber tomado una referencia incorrecta a la hora de calcular cuántos pesos podrían correr a buscar refugio en el dólar. La metodología del gobierno no toma en cuenta los depósitos a plazo fijo, que suman $51 billones.

Es una cifra que hace empalidecer al efecto de absorción monetaria de las últimas semanas: basta con que un 10% de esos depósitos vaya a la demanda de dólares para que se vuelva al punto “pre efecto Scott Bessent”.

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