Las alitas de pollo, ese manjar crujiente y jugoso que protagoniza reuniones, partidos de fútbol y noches de antojo, no siempre gozaron del estatus estelar que hoy presumen en los menús. De hecho, durante buena parte del siglo XX fueron consideradas una pieza de segunda, relegada a caldos o descartada por completo. ¿Cómo fue que un corte menor se transformó en ícono culinario? La respuesta mezcla ingenio, cultura pop y mucha salsa picante.
Alitas de pollo: de sobra a suceso

El reto de comer alitas ha dado lugar a competencias extremas. En 2018, el campeón mundial Joey Chestnut devoró 501 alitas en solo 30 minutos / Foto: Shutterstock
El origen de las alitas como platillo estrella se remonta a 1964, en Buffalo, Nueva York. En el bar Anchor Bar, la dueña Teressa Bellissimo improvisó una botana nocturna friendo alitas que tenía de sobra, cubriéndolas con salsa picante y mantequilla. Lo que comenzó como un acto espontáneo se convirtió en tendencia. Así nacieron las “Buffalo wings”, bautizadas por la ciudad y no por el ave.
Su expansión fue rápida. En los años 80, cadenas deportivas y bares estadounidenses las adoptaron como botana insignia, sobre todo por su bajo costo y facilidad para comer con las manos. A México llegaron con fuerza en los años 2000, gracias a la influencia de franquicias estadounidenses y la creciente cultura del deporte en televisión.
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En México, donde el chile es parte de nuestra herencia cultural, las alitas encontraron terreno fértil. Pero aquí se les dio una vuelta de tuerca: se fusionaron con salsas locales como tamarindo con chipotle, mango habanero o incluso mole poblano. Lo que era un platillo extranjero adoptó sabores muy nuestros. Imagínate, según datos del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE), en México existen alrededor de 1,714 negocios que venden alitas.
Las alitas de pollo son hoy símbolo de convivencia. Su textura crujiente, la posibilidad de compartir una bandeja entre amigos y el abanico infinito de salsas las han convertido en protagonistas de la cultura popular. Lo que alguna vez fue desecho, hoy vuela alto en el paladar global.
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