Vivir el sueño de Audrey Hepburn de desayunar en Tiffany’s es cada vez más alcanzable para todos, ya que las grandes casas de moda han pasado de los desfiles a las mesas, para ofrecer experiencias gastronómicas de lujo. Del latte con monograma en Le Café Louis Vuitton al té de la tarde bajo una lluvia de cajas azul Tiffany, el lujo ha encontrado un nuevo escenario: el plato.
Experiencias gastronómicas de lujo: la apuesta de las marcas de moda

a alta gastronomía se ha convertido en el nuevo campo de expresión del lujo. Ya no basta con vestir la marca; hoy se trata de vivirla con todos los sentidos / Foto: Instagram @blueboxcafemexicocity
La tendencia comenzó de forma discreta, pero hoy ya hay toda una constelación de espacios gourmet que mezclan haute couture con alta cocina. La Gucci Osteria, con locaciones en Florencia, Beverly Hills y Tokio, es ejemplo perfecto: el chef Massimo Bottura pone el sabor, Gucci pone el estilo maximalista. En Nueva York, Armani/Ristorante combina muebles de la línea Armani/Casa con platos que evocan la cocina casera genovesa del chef Antonio d’Angelo.
Y si de diseño se trata, Le Café Louis Vuitton en Manhattan lo lleva al extremo: flores LV en sándwiches, monogramas en la espuma del capuchino y postres que parecen salidos de una vitrina. Todo bajo la dirección del reconocido Stephen Starr y con chefs de nivel Michelin como Christophe Bellanca y Mary George al frente.
Pero la joya de esta tendencia es el Blue Box Café de Tiffany’s, donde sí puedes tener tu momento Audrey Hepburn. En su flagship de la Quinta Avenida, por unos 98 dólares puedes disfrutar de croissants miniatura, hamburguesas con raclette y caviar, todo servido en vajilla azul y rodeado de colgantes con forma de caja Tiffany. ¿El objetivo? Más que comer: pertenecer, aunque sea por una hora, al universo de la marca.
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Estas experiencias actúan como puntos de entrada accesibles al universo del lujo. Un latte con el logo Dior o una rebanada de pastel firmada por Louis Vuitton pueden costar entre 20 y 50 dólares, pero ofrecen algo que va más allá del sabor: pertenencia temporal, estética compartida y una historia que contar / Foto: Shutterstock
Latinoamérica no se ha quedado fuera del banquete. En marzo de 2025, Tiffany & Co. abrió su primer Blue Box Café en la región, particularmente en Masaryk, CDMX. Bajo la dirección del chef Edo López, la propuesta mezcla influencias mexicanas con el estilo neoyorquino de la casa. Mosaicos inspirados en Louis Comfort Tiffany, lámparas de Perla Valtierra y platillos que combinan color, sabor y mucho diseño.
Pero no fue la única. La Navidad pasada, Dior montó un pop-up café en una tienda departamental, en la que sirvieron chai infusionado, postres en cajas doradas y crearon una carroza decorativa que se volvió punto obligado de fotos.
Y en primavera, Guerlain presentó Le Café Guerlain en un reconocido hotel de la CDMX, con pastelería inspirada en notas florales para lanzar su fragancia.
Hoy la moda ya no solo se vive en la ropa, sino en las experiencias gastronómicas de lujo. Estas colaboraciones entre moda y gastronomía no solo llenan el estómago, son un manifiesto de diseño, historia y visión de mundo.
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