

En la mitad de la semana, el dólar minorista se vende con un descenso de diez pesos, a $1.270 en las pantallas del Banco Nación, pese a que durante parte de la jornada de ayer alcanzó los $1.300, marcando así un nuevo máximo histórico intradiario. En el mercado informal, el dólar blue se negocia con una baja de veinte pesos, a $1.310, pero continúa siendo la variante más cara dentro del mercado cambiario. En el segmento financiero, el contado con liquidación (CCL) pierde 1%, a $1.268, mientras que el dólar MEP cede 0,8%, hasta los $1.265. Por su parte, el tipo de cambio mayorista registra un repunte y se posiciona en $1.265.
En las últimas jornadas, el mercado cambiario argentino comenzó a mostrar nuevamente señales de presión, con un dólar financiero que mantiene la atención del mercado y una oferta de divisas que no termina de consolidarse. Los analistas coinciden en que este escenario está motorizado por un conjunto de factores: una liquidación irregular por parte del agro, una demanda creciente por cobertura, movimientos tácticos del Tesoro y la persistencia de intervenciones oficiales para anclar el tipo de cambio financiero.
Uno de los elementos centrales que explican la actual dinámica es el comportamiento del sector exportador. Los expertos señalaron que, si bien hubo un repunte en las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) hacia fines de junio, el ritmo de ingreso de divisas fue desigual durante los primeros días de julio. A esto se suma el marco legal que permite un plazo de quince días hábiles para liquidar los dólares, lo cual habilita estrategias más defensivas por parte de los agroexportadores.
De hecho, según los datos relevados, los montos ingresados por el agro oscilaron fuertemente entre jornadas, con picos y caídas que reflejan una postura más conservadora del sector. Parte de este comportamiento también podría explicarse por el intento de capturar diferenciales de tasas a través de estrategias financieras, como el arbitraje entre futuros y spot.
Del lado de la demanda, los analistas identifican tres factores que, en simultáneo, están presionando al tipo de cambio: cierre de operaciones de carry trade por parte de inversores, adelantamiento de pagos por parte de importadores, y dolarización de carteras de particulares. Esta conjunción de fuerzas contribuyó a tensar el mercado en la primera quincena de julio.
Un esquema de control que empieza a mostrar límites
A pesar de que el tipo de cambio oficial se mantuvo bajo control gracias a una estrategia de crawling peg moderado, el mercado financiero muestra fisuras. La brecha con el MEP sigue contenida, pero las presiones latentes ya comienzan a sentirse. Las intervenciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) a través de compras del bono AL30 jugaron un rol central durante el primer semestre, anclando al MEP en torno a los $1.300.
Según un informe de la consultora económica 1816, esta estrategia implicó una asignación significativa de recursos: unos u$s 577 millones en valor nominal que se tradujeron en u$s 372 millones efectivamente desembolsados. El objetivo fue evitar movimientos bruscos en el contado con liquidación (CCL), generando cierta estabilidad cambiaria.
En paralelo, el Banco Central acumuló reservas, un proceso que ayudó a respaldar estas intervenciones sin generar tensiones inmediatas. Sin embargo, la sostenibilidad del esquema depende de que los ingresos por exportaciones agroindustriales se mantengan altos, algo que no está garantizado para el segundo semestre.
Otro elemento relevante fue la evolución de la tasa de caucion a un día, que mostró una leve baja durante el mismo periodo. Desde 1816 interpretaron esto como una señal de contracción monetaria dirigida a reforzar el anclaje del tipo de cambio en el corto plazo.
Las LEFI, el Tesoro y el nuevo mapa de liquidez
La estrategia monetaria también giró en torno al uso de Letras de Financiamiento del Tesoro (LEFI), que se consolidaron como la herramienta principal para absorber pesos sin subir la tasa de interés. El stock de LEFI creció sostenidamente durante el primer semestre, lo que permitió al Gobierno contener los excesos de liquidez sin dañar la recuperación del crédito.
Portfolio Personal Inversiones destacó que esta política tuvo impactos inmediatos sobre el mercado monetario. La tasa de caucion a un día bajó sistemáticamente, reflejando la presencia de pesos excedentes que no encontraron instrumentos tradicionales de absorción.
Simultáneamente, el Tesoro realizó compras de divisas que tuvieron impacto directo en el mercado. El 3 de julio, los depósitos en dólares del Tesoro en el BCRA aumentaron en u$s200 millones, mientras que sus depósitos en pesos se redujeron en $245.007 millones. Esta operación fue leída como una señal de intervención encubierta en el mercado cambiario.
El efecto inmediato fue una menor disponibilidad de dólares en el MULC y una retracción de la liquidez en pesos, lo que profundizó la tensión en un contexto donde la oferta del agro no alcanzaba para cubrir toda la demanda.
Exportadores entre la cautela y el arbitraje
El informe de PPI mostró un panorama muy específico sobre el comportamiento de los exportadores. Las liquidaciones se movieron entre u$s111 millones y u$s517 millones por jornada en la primera semana de julio, una oscilación que indicó un flujo inconsistente y posiblemente premeditado.
El bróker remarcó que muchos exportadores podrían estar especulando con la posibilidad de capturar mejores condiciones mediante el arbitraje entre tasas implícitas y tipo de cambio, lo que refuerza la idea de una liquidación postergada y selectiva. A esto se suma la posibilidad de que parte del flujo haya sido adelantado en junio para aprovechar un esquema tributario transitorio.
Según 1816, la mejora en las DJVE registrada en ese mes habría implicado un mayor ingreso de divisas en julio, pero también una reducción del potencial para los meses siguientes. Esto podría dejar al BCRA con menores herramientas para sostener el tipo de cambio en ausencia de nuevas intervenciones o ingresos extraordinarios.
En este sentido, la sostenibilidad del ancla cambiaria dependerá del comportamiento de los actores privados, de la capacidad de intervención del Tesoro y de la coordinación con la política monetaria.
Riesgos para el segundo semestre y clima preelectoral
Los analistas coinciden en que el segundo semestre podría ser más volátil que el primero. Si bien el esquema de intervención funcionó hasta ahora, su continuidad está condicionada por factores externos e internos: desde la evolución del agro hasta el calendario electoral.
Desde 1816 advierten que el mercado ya está incorporando parte de estos riesgos en los contratos a futuro y en las cotizaciones implícitas. El desarme de posiciones en pesos y la creciente dolarización de portafolios podrían amplificarse si no hay señales claras desde el Gobierno.
Por su parte, PPI señala que la estrategia oficial enfrenta un dilema: intervenir para contener la brecha puede agotar reservas, pero dejar que el tipo de cambio fluctúe sin control podría generar un salto disruptivo. El margen de maniobra es estrecho.
En este contexto, las decisiones sobre tasas, política monetaria, gasto público e incluso la comunicación oficial podrán marcar la diferencia entre una corrección ordenada o una crisis de confianza. La atención del mercado está puesta en cada movimiento del Tesoro y del BCRA.