La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pronosticó que la Argentina terminará este año con una recesión menor a la estimada, con una caída de la actividad del 3,8% y una menor inflación, con una variación anual del 120,9%, mientras que para 2025 espera una menor recuperación junto con un mayor descenso del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Las previsiones del organismo implican una corrección en la orientación de las proyecciones trazadas en el último reporte en septiembre pasado, cuando había empeorado la caída del PBI del 3,3% previo al 4%, mientras que profundiza el recorte que viene haciendo de la estimación inflacionaria, ya que en el informe previo había pasado del 208,1% al 147,5%.
Para la OCDE, la economía en general muestra signos de mejora
Al respecto, destacó que “los indicadores de corto plazo muestran signos de mejora”, indicando que “el crecimiento trimestral repuntó hasta el 3,4% en el tercer trimestre, según las lecturas secuenciales de un indicador de actividad mensual”.
En ese marco, resaltó que “la agricultura y la ganadería, y la minería fueron los sectores con el crecimiento más significativo, y la industria manufacturera, la construcción y el comercio también experimentaron una fuerte recuperación. El crédito real está aumentando. La confianza del consumidor aumentó un 8,8% en octubre”.
Además, ponderó que “la desinflación continúa, ya que la inflación mensual alcanzó el 2,7% en octubre, su nivel más bajo desde noviembre de 2021”, y rescató que “los aumentos salariales han comenzado a superar la inflación desde abril”.
Asimismo, valoró que “se registraron superávits presupuestarios primarios de enero a octubre de 2024, algo que Argentina no había visto desde 2010. Estas mejoras están poniendo la consolidación fiscal en camino de alcanzar la meta de superávit fiscal primario del 1,5% en 2024, en consonancia con el cierre del déficit fiscal general”.
En relación a las perspectivas compartidas para la Argentina en el 2025, el organismo espera una evidente mejora del escenario actual al prever un crecimiento de la actividad del 3,6%, menor al 3,9% proyectado en el análisis previo y una variación de precios que alcance una suba del 29,8% anual, por debajo del 46,7% previsto anteriormente.
El escenario que se viene para la Argentina en 2025
Al puntualizar en el escenario observado para el país, la OCDE destacó que “en Argentina, se observan signos tentativos de recuperación en los últimos meses tras una contracción desde mediados de 2022” y manifestó que “se proyecta que la inflación en Argentina y Turquía se mantendrá en dos dígitos en 2026, pero disminuirá notablemente con respecto a las tasas actuales”.
De cara a los próximos meses, espera un mejor panorama en el consumo considerando que “la recuperación del consumo privado se sustentará en aumentos de los salarios reales en un contexto de inflación en descenso y fortalecimiento del mercado laboral“.
Al mismo tiempo, sostuvo que “la inversión se beneficiará de una mayor confianza a medida que se reduzcan gradualmente los desequilibrios macroeconómicos, con un mayor apoyo de un nuevo régimen preferencial para grandes proyectos”, en tanto que prevé que “las importaciones se recuperarán a medida que aumente la demanda interna, superando el crecimiento de las exportaciones” y advirtió que “las demoras en la implementación de las reformas planificadas son un importante riesgo a la baja para las proyecciones”.
En esa línea, expresó que “la consolidación fiscal debería continuar”, señalando que “el banco central ha estado reduciendo sus pasivos cuasifiscales y cerrando varias fuentes indirectas de creación de dinero” y estimando que “la flexibilización de las restricciones a las importaciones y los controles cambiarios proporcionaría un impulso adicional al crecimiento”. Sin embargo, remarcó que “se necesitarán tasas de interés reales internas más altas para impulsar la demanda de activos en moneda nacional a medida que se relajen los controles cambiarios”.
La salida del cepo cambiario, según la OCDE
Los analistas de la OCDE expusieron que por delante hay “una agenda de reformas desafiante para estabilizar la economía“, señalando que “serán necesarios renovados esfuerzos para sostener la consolidación fiscal”.
En ese sentido, postularon que “las posibles opciones incluyen mejorar la gobernanza y la focalización de algunos programas de protección social; racionalizar los subsidios a la energía, el transporte y el agua; y aumentar la eficacia de la recaudación de impuestos simplificando el sistema tributario, eliminando los impuestos distorsionantes y reduciendo la tributación regresiva“.
Además, afirmaron que “se necesitarán tasas de interés reales positivas para contener la inflación y generar demanda de la moneda nacional una vez que se levanten los controles de capital, pero esto tendrá costos fiscales, que se sumarán al difícil acto de equilibrio que enfrentan las políticas macroeconómicas”.
En tanto que en el marco de la producción, consideraron que “para impulsar el crecimiento de la productividad se necesitarán reformas estructurales de amplio alcance, que incluyan mayores avances en la racionalización de las regulaciones, menores barreras de entrada al mercado, mayor competencia, menores barreras comerciales y programas de capacitación que respondan a la demanda de habilidades técnicas de los empleadores”.